¿Presentas algún síntoma físico y los médicos no encuentran la causa?
Posiblemente sea un trastorno neurológico funcional o también conocido como trastornos psicosomáticos o conversivos. La psicóloga, Encarni Cabrera, explica las claves de este trastorno.
Esto no significa que la persona se lo esté inventando, son reales y se sienten como tal, causando un gran malestar al no encontrar la razón por la cual está ocurriendo, no pudiendo encontrar la solución, repercutiendo en sus actividades diarias, incluso perdiendo su funcionalidad y ganas de vivir.
Los síntomas pueden variar considerablemente de unas personas a otras, siendo la afectación del movimiento (Distonía), Tics, espasmos musculares, de los más frecuentes, junto a otras alteraciones corporales relacionadas con los órganos de los sentidos, como vista, oído, tacto, musculatura, articulaciones, dermis…
El problema principal es cuando se pretende atajar los síntomas exclusivamente desde la medicación, en estos casos se puede generar mayor afectación o empeoramiento. Lo ideal es focalizarlos desde una terapia combinada, donde exista un acompañamiento farmacológico y una línea de intervención terapéutica, debido a la gran afectación emocional, que encierran estos trastornos, ya no solo por lo que está viviendo en torno a la enfermedad, que es muy doloroso el verse condenado a estar así, sino por contar con experiencias previas muy traumáticas, donde a veces la persona no es consciente de eso por haberlo normalizado como parte de su historia, como por ejemplo, discusiones familiares frecuentes e intensas, separaciones conflictivas, padres con patologías previas, malos tratos, rechazos sociales, muertes, accidentes que cambian la dinámica familiar, drogas, abusos, bullying…
Pero ya sabemos gracias a un amplio abanico de investigaciones recientes, que lo que se esconde principalmente detrás de este tipo de pacientes son eventos traumáticos complejos no resueltos, que afectan al funcionamiento cerebral y que debutan en afectación corporal que no responde a la medicación. Cómo en muchos casos no aparece una correlación directa entre las experiencias traumáticas vividas y síntomas, puede pasar bastante tiempo. Tanto paciente como profesional sanitario no tienen en cuenta estos eventos en la exploración inicial, solo se centran en los síntomas que está presentando en el momento, dando lugar a un error en el diagnóstico y por tanto en el tratamiento.
Estos pacientes sufren mucho, son los grandes incomprendidos por el sistema sanitario, que aún se ve preso por corrientes dualistas, (separación del cerebro/mente/cuerpo) y siguen viendo las enfermedades no integradas en un todo, sino como algo aislado en el organismo. Desde esa mirada es difícil integrar a estos pacientes y ofrecerles una solución a su problema, tendiendo a cronificar y empeorar sus patologías.
Por suerte, cada vez somos más los especialistas que lideramos una corriente monista, donde vemos a la persona como un todo, no separamos la mente del cuerpo, todo lo contrario, vemos que no es divisible y se debe de explorar como una misma unidad a la hora de valorar una enfermedad.
Debemos tener en cuenta, como los problemas mentales, emocionales, pueden afectar al sistema digestivo, respiratorio, cardiaco, muscular… y viceversa, como estos estados físicos afectan a la mente de la persona, entrando en un bucle que se retroalimenta y crece por sí mismo.
Hemos tenido experiencia y la satisfacción de tratar a personas con alta carga de síntomas orgánicos, físicos, fuertes medicaciones, terapias muy agresivas (como por ejemplo la plasmaferesis, quimioterapias, inmunosupresores…), las cuales han mejorado considerablemente con terapia psicológica sin necesidad de este tipo de intervenciones.
Dichos síntomas somáticos es frecuente encontrarlos en niños, quejosos de un malestar general, dolor de barriga, de cabeza, insomnio, vómitos, dificultad para respirar, baja o mucha ingesta alimentaria… y cuando lo llevamos al médico ni rastro de la causa, de ahí que nos digan que se lo inventa para no ir al colegio, llamar la atención, puede ser, pero no descartemos que a nivel emocional tengan algún problema que cause el malestar, que de no ser tenido en cuenta o atendido podrá generar cuadros de mayor gravedad.
Quiero aclarar que estos pacientes, no están locos ni se inventan las enfermedades, realmente la están sufriendo, sin causa orgánica aparente, pero con una fuerte carga emocional que altera el funcionamiento físico y cerebral, debutando en diferentes síntomas o enfermedades. De ahí que se le deba dar la máxima consideración y respeto, pues sufren por dos, por los síntomas en sí y por la carga emocional que subyace a ellos, por la incomprensión muchas veces del sistema sanitario, familiar, incluso del contexto social que los puede etiquetar de personas que solo buscan llamar la atención.
Lo que provoca la presencia súbita de los síntomas, es principalmente una sensación de encontrarse en un peligro extremo, activando la alerta, concretamente el sistema autónomo simpático, y generando activación corporal en busca de seguridad y protección. Todo esto en la gran mayoría de casos, sin conciencia por parte de la persona, son procesos intrapsíquicos que escapan a la razón. Así mismo lo encontramos en el artículo referencial,
Eventos adversos infantiles (ACE), Trastorno de Estrés Postraumático, encefalopatías infecciosas y enfermedades inmunomediadas, de Healthcare 2022, 10, 1127,
«La relación entre estas variables (estrés/síntoma) señaladas, van acompañadas de un fallo en la inmunidad adaptativa y una capacidad inmune deteriorada para diferenciar la seguridad del peligro y poder adaptarse al medio, llevando a la persona a una hiperexcitación crónica, activación de la respuesta de estrés, deterioro de los circuitos neuronales de respuesta y reconocimiento del miedo, concretamente el eje hipotalámico-pituitario-suprarrenal, la amígdala y el hipocampo se ven afectados.»
Es decir, los procesos fisiopatológicos pueden generar en la persona un amplio abanico de síntomas y enfermedades neuropsiquiátricas, somáticas de manera crónica, incluso pueden generar falsos diagnósticos como por ejemplo en el caso de las personas que presentan epilepsia, se puede confundir con crisis psicogénicas, ya que aparentemente convulsionan de manera muy parecida, o incluso presentarse de manera paralela.
Un error en el diagnóstico es una cronificación del síntoma, es decir si se considera epilepsia y es psicogénica los antiepilépticos no solventarían el problema base.
Os recomiendo a todas aquellas personas que después de pasar por diferentes profesionales de la salud, y no encuentren la causa u origen a su problema, se planteen la coexistencia de tener un Trastorno Neurológico Funcional, lo valoren con algún especialista que mantenga una mirada más integrativa, antes de iniciar con duros tratamientos farmacológicos, quirúrgicos, que incluso les puedan llevar a un empeoramiento en otros aspectos vitales.