Patologías

Duelo

La pérdida de un familiar o amigo cercano, podría ser uno de los mayores retos que podemos enfrentar en el proceso de la vida.

Pérdida y proceso de duelo

La pérdida de un familiar o amigo cercano, podría ser uno de los mayores retos que podemos enfrentar en el proceso de la vida. La muerte de la pareja, un hermano o un padre puede causar un dolor especialmente profundo. Podemos ver esta pérdida como una parte natural de la vida, pero eso no quita que nos pueden embargar el dolor emocional y la confusión, lo que puede dar lugar a largos períodos de tristeza y depresión, incluso afectar de manera somática en el cuerpo. Algunas personas no cuentan con la fuerza personal suficiente para este afrontamiento y suele condicionar el funcionamiento normal de sus vidas.

Las investigaciones indican que el paso del tiempo le permite a la mayoría de las personas recuperarse de la pérdida si pueda contar con apoyo de su entorno social y mantener hábitos saludables. Nos puede llevar desde meses hasta años. No hay una duración “normal” de duelo. Pero no siempre las cosas ocurren así. Cuando el estado emocional negativo no cesa, al contrario, incluso se agudiza, la persona llega a perder la ilusión por seguir viviendo. En ese caso necesitaría la ayuda de un profesional de la psicología que apoye y ayude a superar las fases del duelo, este estado de trance y sufrimiento, pues se puede quedar atrapado en alguna de estas fases:

  1. Negación. La noticia de la muerte de una persona genera una reacción de negación, se activa un mecanismo de defensa ante el dolor y la persona se dice a sí misma que lo ocurrido no es verdad.
  2. Confusión. La tormenta de emociones que genera esta situación, lleva a la persona a un estado de cuestionar todo lo ocurrido, a una gran incomprensión y distorsión.
  3. Enfado y rabia, mucha rabia porque el ser querido se ha ido, porque es injusto y la persona acaba, incluso, culpándose a sí misma.
  4. Dolor y culpa. La culpa invade a la persona pensando que no hizo lo correcto, que hacía tiempo que no visitaba a la persona fallecida y que quedaron muchas cosas pendientes por decirle.
  5. Tristeza. Una etapa delicada que si no se cuida puede desembocar en depresión. Es vital que se entienda que es normal sentirse mal por la pérdida sufrida, que hay que permitirse sentir dolor y que esa tristeza va a pasar en cualquier momento sin darse cuenta.
  6. Aceptación. Llega un momento donde se comienza a aceptar que esa persona se ha ido. Se nota el vacío, se entiende que no va a regresar y, aunque sigue siendo muy doloroso, es más real la situación.
  7. Restablecimiento. Con la realidad enfrente, se necesita tomar acciones que pasan por cambios en las rutinas, buscar actividades que ocupen el tiempo, pensar en lo que gustaría hacer para sentirse pleno y bien consigo mismo, porque lo que no hay que olvidar es el derecho a seguir viviendo y a ser feliz.
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