«Es una de las mayores torturas que se pueden sufrir», según la psicóloga, Encarni Cabrera, experta en esta situación.
La psicóloga Encarni Cabrera explica en el siguiente artículo las claves para ayudar a los jóvenes que atraviesan algunas de estas situaciones:
Mientras muchos niños o adolescentes están preparando la vuelta al cole, la vuelta a la rutina sin más, con cierta ilusión de volver a encontrarse con sus compañeros e iniciar un nuevo curso, otros están contando las horas que les separa de la tortura diaria que implica volver a las aulas. Volver a los insultos, vejaciones, amenazas, golpes, empujones, patadas, robos. Así como determinadas conductas que atentan a la dignidad e integridad del niño, tanto verbales como a través de las redes sociales, conocido como ciber-acoso, exclusión, anulación, vacío o aislamiento social, «motes», rumores…
Así todos los días, cada mañana que se levanta, sabe, siente, que tiene que volver a la humillación, vejación… tan solo con la resignación de soportarla, 9 meses con el mismo miedo a recibirlo que el miedo a contarlo por las consecuencias que se puedan derivar de ello, con lo cual sufren un infierno desde muy corta edad, experiencias de vida que tienen consecuencias muy lamentables tanto a corto como a largo plazo para su futuro y desarrollo como ser humano. No hay derecho a robarle su infancia y además quedar marcados de por vida.
A nivel mundial, uno de cada tres niños, ha sido o está siendo víctima de un acoso escolar severo por parte de sus compañeros o supuestos amigos, encontrando mayor riesgo en los chicos, un 32% frente a un 28% en las chicas, sobre todo en aquellos percibidos como diferentes al grupo, ya sea por su capacidad intelectual (alta o baja), vulnerabilidad emocional, apariencia física, timidez, raza, nacionalidad….
Es crucial que los padres y el colectivo profesional que les rodea conozcan algunas de las señales que nos alertan de que nuestro hijo/a está sufriendo bullying, no olvidemos la negación y miedo existente en los niños de reconocerlo, aceptar que están siendo víctimas o pedir ayuda. Son muy pocos los que suelen contarlo, la mayor parte tiende a ocultarlo o mirar para otro lado, a soportarlo esperando que algo cambie, como si no estuviera pasando.
Algunas de las señales que nos pueden indicar que nuestros niños están sufriendo bullying son, cambios o problemas físicos como dolores de cabeza, barriga, vómitos, cambios en la alimentación, insomnio, cambios de humor constantes, aislamiento social, pérdida de amigos, pérdida de algunas pertenencias, negación hacia la asistencia escolar, disminución en el rendimiento académico, irritabilidad… cualquier conducta nueva que nos parezca extraña nos puede informar de algún problema existente. Observemos más su día a día y no culpemos al menor por ello.
El bullying se ha convertido en una problemática social, que acarrea graves consecuencias, no solo en el niño, sino también en el contexto familiar, por no contar o tener recursos para abordarlo. No es fácil demostrar que esto está ocurriendo y por tanto la aplicabilidad de protocolos establecidos, qué en muchos casos en lugar de disipar, generan mayor indefensión o trauma tanto para el niño, la familia, los testigos o compañeros del mismo afectando negativamente a su desarrollo, como a su capacidad cognitiva y emocional, generar problemáticas sociales (incluso trastornos mentales), derivando en muchos casos en ideación suicida. Cada vez son más los suicidios a cortas edades por esta lacra social.
Algunas de las consecuencias o efectos negativos más comunes derivadas del acoso y que impactan en sus vidas serían:
1.-Tentativas de suicidio ante la sensación de indefensión que presentan, o autolesiones para paliar el dolor emocional que experimentan.
2.- Trastornos psicológicos graves, como el Trastorno de estrés postraumático (TEPT) Trastorno de Ansiedad generalizada (TAG), el Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC), Depresión, Fobias de Impulsión, Trastorno de Conducta Alimentaria (TCA)…
3.- Fracaso escolar, ya que se produce una afectación cognitiva que afecta a la función ejecutiva donde se ve afectada la concentración, la memoria, el componente deductivo o toma de decisiones…
4.- Autoconcepto precario o incapacitante que generan una alta vulnerabilidad personal, con lo cual predispone fuertemente para el mantenimiento del acoso, dependencia emocional, insuficiencia, miedo a las responsabilidades…
5.- Aislamiento social, incapacidad para iniciar, mantener relaciones sociales saludables, tendiendo a refugiarse en el uso de la tecnología, móviles, video juegos… generando pánico a los contextos sociales.
6.- Problemas de salud física sin motivo aparente y de manera súbita, como pueden ser dolores generalizados, dificultades respiratorias, problemas digestivos, hormonales, sensación de fatiga, mareos o vértigos.
Una detección rápida como una intervención temprana, contar con apoyo social y emocional puede disminuir las consecuencias descritas y salvar la vida de nuestros hijo/as a muchos niveles, tanto físicos como psicológicos.
Las estadísticas generales, como mi experiencia clínica (27 años de profesión) nos permite considerar la fuerte correlación existente entre haber sufrido bullying y el desarrollo de sufrir trastornos mentales, fracaso escolar y tener una vida pésima o rota.
Esto no es un artículo sin más para leer y desechar, con seguridad hay muchos mejores, mi intento es que mientras tú estás leyendo estas palabras sientas que hay niños y niñas a tu alrededor que lo están sufriendo en silencio, y necesitan de tu ayuda. Plantéatelo y valora si alguno de esos niños es tu propio hijo, el que lo está sufriendo o por el contrario es quien lo está realizando.