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ENTENDIENDO EL TOC Y SU LINEA DE TRATAMIENTO. Exposición con Prevención de Respuesta (EPR)

EPR son las siglas de la técnica terapéutica de Exposición con Prevención de Respuesta. Es una técnica de modificación de conducta utilizada dentro de las terapias cognitivo-conductuales que consiste en que la persona se exponga al estímulo que teme o que le genera ansiedad, sin hacer nada posteriormente para escapar de ahí o para aliviar su malestar, hasta que éste, por sí solo vaya disminuyendo. Según la División 12 de la APA es el tratamiento de elección de nivel 1 para el Trastorno Obsesivo-Compulsivo.

El TOC, es un trastorno incapacitante que afecta a un 2%-3% de la población generando altos niveles de incapacidad funcional, social y ocupacional. Como su propio nombre indica, engloba obsesiones, la gran mayoría irracionales, que generan un alto nivel de ansiedad, miedo, culpa, asco… y compulsiones que tienen como finalidad reducir o neutralizar ese estado ansioso y generar alivio.

Por tanto, mientras más accedamos a alivio tras las compulsiones, más reforzamos el bucle obsesivo-compulsivo, mayor necesidad de emitir compulsiones buscando la calma y la seguridad, incluyendo la evitación como compulsión, por tanto, más “aumentará el TOC”.

De este modo, el uso de la EPR va a permitir romper este bucle del miedo y la ansiedad a través de que:

  • Nuestra mente compruebe que no realizar ninguna compulsión, no va seguido de ningún peligro ni estímulo temido, por tanto, la persona se dé cuenta y pueda percibir que está a salvo, que sus predicciones no son ciertas, así cada vez puede permitirse no compulsionar y por tanto la ansiedad o miedo ante el pensamiento disminuya.
  • Frente a una exposición continuada, se prevé una desensibilización de la ansiedad y las situaciones temidas. Es decir, que la ansiedad que nos generan las obsesiones, cada vez sea menor por la exposición a éstas sin compulsionar posteriormente y sin que ocurra nada de lo negativo que la persona espera.
  • Al no compulsionar, no accedemos a alivio inmediato tras la ansiedad generada por la obsesión, por tanto, dejemos de reforzar las conductas obsesivas y por tanto, estas irán disminuyendo.

A nivel más superficial, es una técnica fantástica, ya que nos ayuda a romper los condicionamientos al miedo y por eso, es normal que esté clasificada como herramienta de elección para el TOC, por la mejoría rápida que pueda experimentar la persona. Sin embargo, es solo eso, una técnica que puede estar dentro de una terapia más extensa que trabaje el TOC a más niveles de análisis.

Por otro lado, admitiendo y reconociendo su eficacia dentro de la línea de intervención, debemos de tener cuidado en su aplicabilidad, pues un mal uso de la misma, por ejemplo, “cuando aplicarla” y “como aplicarla” corremos el riesgo de generar un proceso de Incubación del Trastorno ( Teoría de la Incubación de Eysenck), es decir la exposición mal realizada, reforzaría el estímulo temido y provocaría más miedo y ansiedad en la persona, en lugar de extinguirlo, por tanto se fortalecería e intensificaría su patología, generando incluso creencias negativas sobre uno mismo, “A mí no me funciona” “ Es mi culpa” “Yo no tengo solución” “Si no las hago soy un cobarde”, “No me estoy esforzando lo suficiente”…. Creencias que igualmente fortalecería su trastorno, y robaría esperanza a la persona, pudiendo llegar a una Indefensión Aprendida.

Debemos de entender por tanto que la línea de intervención terapéutica no se funde en la EPR, es simplemente un recurso, que no ha todo el mundo le ayuda, sobre todo en los TOC que se vinculan con la Culpa, el Asco, Soledad, Rechazo… ya que esta técnica solo es efectiva en los miedos condicionados periféricos, no en los miedos nucleares o centrales de la persona.

Aunque causen mucho sufrimiento llegando incluso a incapacitarnos, el verdadero problema, no son, ni las obsesiones ni las compulsiones. El TOC, aunque muy desagradable y genera un fuerte sufrimiento, es un mecanismo de defensa y protección que nuestra mente tiene que poner en marcha por necesidad ante experiencias, pensamientos, creencias, emociones más subyacentes pertenecientes a una memoria denominada procedimental, donde la persona no es capaz de llegar de manera consciente. Por tanto, el objetivo primordial del tratamiento no debe ir enfocado a disminuir las obsesiones y las compulsiones únicamente; si no a entender qué función están desempeñando el TOC en cada persona, es decir, saber para qué necesita mi mente un mecanismo como este y de qué se está protegiendo.

Una vez entendido, el fin debe ser, hacer que mi mente deje de necesitar esa protección por que tiene ya otros recursos de afrontamiento más adaptativos, por tener una ventana de tolerancia emocional más extensa o incluso por disolver ese componente emocional generado.

Todo esto es lo que nos va a llevar a entender nuestra historia vital y a nosotros como personas dentro de ese contexto, por tanto, nos conduce, a trabajar: miedos, inseguridades, emociones, experiencias traumáticas, ambientes destructivos, relaciones interpersonales, intrapersonales y especialmente, con nuestras figuras de apego, etc…

Sólo actuando sobre las funciones que desempeña este mecanismo, nutriendo, dando recursos de afrontamiento y resolviendo problemas internos a nivel emocional, sensorial, nuestra mente podrá desprenderse de él. Si le quitamos a nuestra mente su “salvavidas”, sin previamente enseñar a nadar ¿cómo va a poder seguir adelante y regulándose emocionalmente?, esto da lugar a una incesable cantidad de recaídas tras la terapia, en aquellas que solo aplican la EPR como intervención para el TOC

Por esta razón, la EPR ayuda a disminuir y eliminar conductas desadaptativas como las obsesivo-compulsivas, y es eficaz en su tarea; pero no va a servir de nada si mi mente sigue necesitando algo para regularse y seguir adelante.

La EPR va a ser suficiente en personas que tengan repertorios conductuales más ricos, estén dentro de contextos favorables y protectores y su mente pueda aprender a regularse y protegerse con otras conductas más adaptativas, a la vez que las estrategias obsesivo-compulsivas no están tan “arraigadas”.

No obstante, el peligro de “quitar un TOC” con EPR sin ir a la raíz del problema, es que puede hacer que la mente de la persona recurra a otros mecanismos, es decir, a otras conductas que sirvan para lo mismo que el TOC, e incluso que pueden ser más desadaptativas e incapacitantes,

Además, en estos casos, las propias resistencias de la persona pueden autosabotear el proceso terapéutico de manera inconsciente porque nuestra mente no puede permitirse abandonar el TOC, es lo que más desea, por un lado, pero por otro, se queda sin protección ante los avatares de la vida.

En conclusión, la EPR es una técnica eficaz y contrastada para el tratamiento del trastorno obsesivo-compulsivo, pero en la mayoría de los casos, no es suficiente por sí misma, es una técnica dentro de una terapia. Las terapias para eliminar el TOC, requieren de un tratamiento más extenso. Se debe ir a la raíz del problema, a la base que genera el trastorno y resolverlo desde ahí, de no ser así, lo cronificaremos.

El TOC, aunque lo parezca conscientemente, no es nuestro enemigo, está desempeñando unas funciones concretas que nos protegen de algo que evoca un miedo mayor en la persona, que incluso de entrada no podemos llegar a percibir, ya que no tenemos acceso directo a esa memoria, incluso son miedos filogenéticos, pertenecientes a nuestra Epigenética

Solo remando en esta dirección y enfocándonos en la persona y en su historia de vida y no únicamente en “su” TOC, podremos salir de esta dinámica tan invalidante que genera tantísimo sufrimiento.

Referencias

APA Presidential Task Force on Evidence-Based Practice. (2006). Evidence-based practice in psychology.  American Psychologist, 61,  271-285.

Carmen Mata y Encarni Cabrera

Encarni Cabrera
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