¿Pero se conoce bien el significado de esta patología? ¿Los tratamientos existentes son alentadores? ¿Hay esperanza para una persona con TOC? ¿Se puede salir de esto? La psicóloga Encarni Cabrera responde a estas preguntas
En los últimos años hemos oído hablar mucho de este trastorno, ya no es algo desconocido para la mayoría, lo hemos convertido en algo habitual, lo hemos vivido durante la época de la COVID, cuando pensábamos o sentíamos, «Y si me he contaminado, y si contamino a los demas…», lo hemos integrado incluso en nuestro argot diario, «Eso me da TOC», «Tengo TOC a…», se ha llevado a comedia, a cine y teatro.
¿Pero se conoce bien el significado de esta patología? ¿Los tratamientos existentes son alentadores? ¿Hay esperanza para una persona con TOC? ¿Se puede salir de esto?
Para nosotros, más que verlo o definirlo a secas como un trastorno, lo entendemos como un estado mental, emocional y conductual, que va creciendo exponencialmente entre la población en general, concretamente como hemos dicho, la pandemia fue un disparador potencial del mismo, tanto en niños, adolescentes y adultos. Hoy en día, muchas personas aún siguen presas del miedo a esa contaminación, por tanto, no pueden normalizar sus vidas, siguen aisladas, en pánico, aumentando su malestar interno o patología residual, siguen atrapadas, encerradas en sus mundos, sin esperanza de sanación.
A nivel social o profesional, ¿Se está entendiendo el significado de padecer TOC?
Desgraciadamente, tenemos que decir, no, es un trastorno no entendido, no conceptualizado, desajustado dentro del cuadro de la salud mental, de ahí que los tratamientos convencionales no sean esperanzadores, incluso se llega a decir y argumentar que es crónico, que hay que aprender a vivir con ello. Nada más lejos de la realidad, el TOC es un estado mental, qué por supuesto sí tiene solución, es tratable y curable, ahora bien, para eso hay que conocerlo, entenderlo y ajustar las líneas de intervención en cada caso.
Aclarando en todo momento que, aunque los síntomas sean parecidos, idénticos en algunos casos, las variables o desencadenantes que nos llevan hacia su desarrollo son distintas, es decir, lo mismo que no existen dos personas iguales, no existe el mismo trastorno en varias personas, aunque a simple vista de manera descriptiva lo parezcan. Por tanto, no se puede generalizar los tratamientos, no se pueden aplicar protocolos sin entender el caso, no existen fórmulas mágicas que solventen el problema. Los tratamientos hay que ajustarlos a la persona, generar un abordaje adaptativo, integrativo, acomodado a su necesidad.
Para eso debemos entender su significado, partir de casos concretos, una buena conceptualización del mismo, ver que función cumple el TOC dentro de la persona (existen diferentes funciones) ver sus características, sus recursos personales y sociales, antes de iniciar con técnicas de extinción directamente. Principalmente porque el TOC en muchos casos es más consecuencia de un problema base, esconde patología aguda que no vemos y que nos cuesta ver por el bucle obsesivo – compulsivo. Cuando este disminuye, pueden emerger otros estados emocionales o patologías subyacentes que a veces tienen consecuencias más devastadoras si no se han tenido en cuenta previamente.
De ahí, que sea tan importante una buena comprensión de caso antes de intervenir directamente en la extinción del Trastorno Obsesivo.
Incluso puede ocurrir, que eso que está escondido y no vemos, limita la respuesta favorable al tratamiento, de ahí la importancia de conocer a fondo la vida de la persona, así como la de los familiares que rodean al paciente, ver los vínculos de apego, detectar si la persona tiene Alta Capacidad, experiencias traumáticas, otras patologías asociadas, todo esto es importantísimo para una adaptación y éxito terapéutico.
Por tanto, aludiendo a esta argumentación, puedo y quiero decir, que estoy:
Cansada de ver constantemente la aplicación de técnicas de terapia como si fuese un dogma.
Cansada de ver la misma terapia para todas las personas que tienen TOC, como clones.
Cansada de escuchar que esto no tiene cura y tenemos que aprender a vivir con ello.
Cansada de escuchar verbalizaciones sobre el mismo, sin justificación existente, solo decir lo que otros dicen o describir unos síntomas sin más.
Para todos aquellos que estáis leyendo estas palabras, deciros, que tras muchos años vinculándome y trabajando con el mismo, el TOC si tiene cura, no perdáis la esperanza, hay más caminos, no os comparéis, cada caso es único. Es verdad que algunas personas están tan dañadas por sus propias vidas, por la cantidad de años que llevan sufriendo, que existe una gran resistencia en su extinción, por sus características de personalidad, recursos personales y sociales, incluso a veces se identifican tanto con el trastorno que aporta una falsa seguridad, llevándoles a mantenerse en el mismo o refugiarse en él como estrategia de afrontamiento vital.
No reduzcáis una intervención terapéutica únicamente a técnicas de extinción con prevención de respuesta, que están tan sobrevaloradas como la única opción para el TOC, pues incluso existen bastantes estudios que hablan de sus limitaciones y de sus repercusiones negativas para algunos pacientes. Con esto no negamos su uso ni por su puesto cuestionamos sus resultados, simplemente conocer las limitaciones de la misma para algunas personas y para algunos momentos de la terapia, es fundamental, ya que, sin intención previa, se puede empeorar la sintomatología cuando aplicamos técnicas sin comprender su alcance para la persona.
Algunos pacientes han mejorado, sin necesidad de aplicarlas «per se», tan solo llevando a cabo otros abordajes, entendiendo el problema, resolviendo desde la base, regulando emocionalmente, acompañando con Prevención de Respuesta… han encontrado su sanación.
Así lo reflejan uno de tantos autores y especialistas en esta técnica, en su libro «Técnicas de exposición» por Arturo Badós López y Eugeni García Grau del Departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamientos Psicológicos de la Facultad de Psicología, Universidad de Barcelona, en 2011.
«Aunque la Exposición es un tratamiento eficaz para los trastornos fóbicos y el TOC, tiene sus limitaciones. Hasta un 25% de los pacientes rechazan o abandonan el tratamiento, aunque el porcentaje es más bajo cuando se emplean estrategias de afrontamiento. Un 25% de los que completan el tratamiento mejoran poco o nada. Normalmente se busca potenciar la eficacia de la exposición»
Por tanto, hay más opciones de las que pensamos, no perdáis la esperanza, seguid luchando, se puede.