A veces los niños no saben gestionar sus emociones, sensaciones lo que desemboca en conflictos, fracaso escolar, incomprensión, aislamiento… La psicóloga Encarni Cabrera explica las claves para detectar si estos desajustes están relacionados con su coeficiente intelectual.
Las personas con una inteligencia superior a la media, tienen una manera de ser y percibir el mundo diferente. Su cerebro o mente funcionan a otro ritmo, por lo que se quedan fuera del sistema social, sufriendo las consecuencias que se derivan de ello, soledad, fracaso, rechazo, frustración, indefensión…
Os dejamos este enlace del periódico IDEAL para mas información https://www.ideal.es/granada/hijo-despistado-impaciente-20220927131507-nt.html
Para resolver estas situaciones la psicóloga Encarni Cabrera expone las claves para discernir si estos comportamientos se deben principalmente a sus altas capacidades.
«Suele ocurrir que somos condescendientes con aquellas personas que presentan un Coeficiente Intelectual (CI) por debajo de la media, empatizamos con ellos y entendemos que debemos de ayudarles a encajar en el sistema y adaptarse al mismo. En definitiva, cada vez hay una mayor tendencia a mejorar la vida de las personas con discapacidad. Incluso como son personas que no generan rivalidad ni competencia, solemos ser más tolerantes y adaptativos con ellos».
Pero, ¿Qué pasa con aquellas personas que su diferencia Intelectual está por encima de la media, es decir, personas que tienen un CI alto, y no se ajustan a la estructura social? «Tendemos a obligarlos, a exigirles que tienen que adaptarse al ritmo de la mayoría, a ser iguales al resto de los mortales, cuando No lo son, tienen una capacidad de relacionarse de percibir el mundo diferente, tienen otras necesidades, otra mirada. También son distintos, y necesitan adaptación, en cambio no los aceptamos e iniciamos críticas hacia ellos cuando no se adaptan, los cuestionamos, nos comparamos y, por tanto, los menospreciamos».
El No detectar a tiempo esta característica, el no tenerlas en cuenta, llevan a muchos niños a un gran sufrimiento, a un deterioro psicológico, cognitivo, físico y emocional que los condena a tener una vida inadaptada, llena de dolor y sufrimiento, cayendo, en patología física y psicológica.
Claves de su comportamiento
Son personas con una tendencia hacia la necesidad de entender el mundo, con muchos «Porqué», con una alta hipersensibilidad emocional, aman y necesitan la justicia, la verdad, no toleran la frustración ni el dolor humano, intolerantes con el sistema, la imposición de normas, viven en los extremos, tienen dificultad en la toma de decisiones, se sienten muy culpables de todo lo que ocurre a su alrededor, exigentes con ellos y con los demás, les cuesta mucho las relaciones sociales…
De ahí que presenten unas necesidades emocionales peculiares y distintas, necesitan mucho a las personas adultas que les rodean para ayudarles a regularse, por tanto, se convierten en niños de alta demanda (agotadores), buscan sentirse integrados, adaptados (ellos reconocen sentirse diferentes) viéndolo como un defecto personal, que no pueden corregir.
Al sentirlo así, y no tener ayuda, generan problemas emocionales graves, dificultad para relacionarse, adaptarse, vincularse, afectando a toda su esfera de vida, familiar, social, académica, laboral, llegando al aislamiento, autoabandono, autorechazo, fracaso, problemas familiares, adiciones, depresiones, ansiedad…
«Todo este desenlace de problemas, generan una gran desesperanza en la búsqueda de la recuperación y adaptación social, por tanto, tienden a buscar una salida a poner fin a su sufrimiento a través del suicidio» concluye.
Según esta experta es fundamental el papel de los padres ya que en los colegios los protocolos de alta capacidad, «no son suficientes para identificarlo y al no hacerlo podemos encontrarnos con fracaso escolar, social y conflictos en la familia. Los padres deben ser conscientes que son los responsables de un adecuado desarrollo de sus hijos».
Para ayudar a estas familias Cabrera ha creado un grupo de niños con alta capacidad en el que trabaja no solo con los niños sino también con los padres y madres.
Encarni Cabrera