Los trastornos Neurológicos Funcionales, aluden a una concepción médica, por alteración en el funcionamiento del sistema nervioso Central o Periférico, descartando daños cerebrales, o degenerativos, es decir tras realizar distintas pruebas como Resonancias Magnéticas, Electroencefalogramas, Electromiogramas… no se detecta ninguna alteración orgánica o cerebral que justifique la sintomatología, es cuando podemos hablar de Trastornos Funcionales.
El trastorno Neurológico Funcional (Terminología Médica) se le pueden dar diferentes concepciones como los conocidos en psicología por Trastornos de Conversión, Psicosomáticos o Psicogénicos, incluyendo aquellos trastornos vinculados al sistema nervioso o neurológicos que no se pueden atribuir a una enfermedad neurológica concreta u otra afección médica establecida, no tienen una causa referencial. Sin embargo, los síntomas que presenta la persona son reales y causan dolor, malestar o incapacidad para desenvolverse en la vida diaria.
Por lo general, este trastorno afecta principalmente al movimiento, distonía o algunos órganos de los sentidos, como a la vista, audición, el comer o tragar, dermatitis, la capacidad de caminar, sueño, dolores gástricos, de cabeza, incluso crisis psicogénicas que son parecidas a las crisis epilépticas, enfermedades inmunitarias, endocrinas… La gravedad de los síntomas puede variar de un paciente a otro e incluso dentro de la misma persona pueden variar o cambiar, llegando a ser recurrentes o persistentes. Estos síntomas tampoco suelen remitir ni responder como se espera a la farmacología, es verdad que ayuda en muchos casos, pero no resuelve, calma, incluso se llega a sobremedicar para poder reducirlos, generando otros problemas colaterales o un agravamiento del paciente.
Existen pocos estudios a día de hoy que clarifiquen la causa que subyace a los mimos, se apunta hacia una afectación o trauma psicológico que deriva en afectación orgánica, en un intento de solución emocional. De ahí que el tratamiento principal se fundamente en una terapia holística, integrativa, adaptativa a las necesidades de la persona, entendiendo y encontrando la fundamentación del síntoma podemos diseñar una línea de intervención concreta a sus necesidades. Debemos de apoyarnos en otras terapias, si así lo requiere la sintomatología del paciente, y ver el momento propicio para su incorporación, en el proceso. Aunque estos pacientes suelen coincidir en los síntomas, las causas que subyacen a los mismo pueden ser muy diferentes, de ahí que no se generalicen los tratamientos, lo que algunos les ayuda a otros le hacen daño.
El diagnóstico y tratamiento temprano evita deterioros mayores, sufrimiento y desgaste físico y emocional por parte del paciente y de los familiares. Especialmente informarse sobre los mismo puede ayudar considerablemente a su resolución, ocurre que estos pacientes, suelen caer en una gran desesperanza por falta de asistencia y entendimiento médico, llegando en ocasiones a someterse a soluciones medicas muy limitantes, destructivas y caóticas.